El Museo de Arte Contemporáneo de La Boca y Smart Gallery BA presentan dos muestras dedicadas al dúo conformado por Juan Stoppani y Jean Yves Legavre. Se trata de un corpus de obras creadas a partir del regreso de los artistas a Buenos Aires luego de vivir en París.
Diario Perfil – Por Laura Isola – A esta altura de la suaré, Stoppani Legavre debería ser un apellido compuesto. Un nombre de artista que tiene correspondencia con Juan Stoppani y Jean Ives Legavre que, a su vez, han decidido hace cincuenta años juntar vida, obra y amor, dicho una vez más, como forma de existencia.
Se conocieron en París a comienzos de los años 70, a poco de haber llegado desde diversos lares. El argentino que es Stoppani desde Buenos Aires y el francés que es Legavre desde Bretaña. El que oficia de Celestina involuntaria es Copi, ya que se conocen en su casa donde Jean Yves estaba (desnudo) en el momento en que Juan toca la puerta. Contaron varias veces que lo recibió así, como vino al mundo, y fue un flachazo a primera vista.
Si bien los pormenores del encuentr son, en efecto, simpáticos, lo que se anuda en ese momento (en París cuando la imaginación quería el poder y los jóvenes pedían lo imposible) es esa alianza que reclama para sí la segunda vanguardia. La de unir arte y vida, volverlo todo arte pero mejor, lo que no lo era hasta el momento.
Ellos mismos han formado esa amalgama perfecta. Un quehacer artístico y el vivir juntos.
En la calle ALmirante BRown del barrio sur de Buenos Aires, Stoppani-Legavre. De París a Buenos Aires refuerza el traslado y la historia que, para que haya tenido su curso, empezó un poco antes. En el Di Tella con la figura de Juan con sus intervenciones performáticas y sus objetos. De esa época están los tres pianos: el blanco, el negro conciencia estética. En este caso, es una sensibilidad, quecmás más camp que kitsch, que postula esa “falsa seriedad”, al decir de Susan Sontag.
Asimismo, en la muestra está reconstruido el telón que fue la única escenografía de Le frigo (La heladera), la obra teatral de Copi estrenada en 1983 en París. Este autor que sirvió de enganche en su momento funciona como un aglutinante de la dupla Stoppani-Legavre, que despliega cuadros y cerámicas con el mismo impulso y energía: los colores vibrantes, la geometría seductora, la estética del cómic. El deleite para un ojo inexperto y la algarabía para el que está entrenado. De eso, también, se trata el pop. Las capas de sentido y las lecturas en clave se entrelazan con el placer y lo decorativo. Es amable y bien intencionado sin ser ingenuo ni tonto. Por el contrario, tanto en las obras que cuelgan de la pared como en las cerámicas hay referencias y distorsiones que permiten sutiles formas de disidencia: desde emplaste de banderas que sugieren novedosas nacionalidades pasando por arquitecturas espaciales y configuraciones extrañas hasta un gato rectangular que será la mascota perfecta para el futuro.
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